Al planificar el año, muchas de las familias que se preocupan por el bienestar de sus patrimonios, revisan qué tan cómodas se sienten con la manera en que estos están organizados, se preguntan o re-preguntan qué más podrían hacer para cuidar de la mejor manera el legado que recibieron o la riqueza que fueron generando, revisan cómo optimizar la protección de lo que con tanto esfuerzo generaron, conservaron o incrementaron.

Es así como como es usual que por estas épocas y con gran parte del año por delante, varias familias (o sus family offices) nos pregunten cuáles son las claves o puntos centrales a tener en cuenta a la hora de trazar sus objetivos de cuidados patrimoniales. Claramente cada familia es distinta, transitó caminos diferentes, tiene objetivos divergentes y su propia impronta. Sin embargo hay ciertas características y puntos en común que se repiten -a nivel internacional- en las familias que se organizan de manera efectiva.

Surgió así la idea de, parafraseando a S. Covey, pensar en ciertos “hábitos” que como regla suelen implementar las familias que, desde un punto de vista jurídico-tributario y de protección patrimonial, toman decisiones saludables en estos aspectos. Así entonces, desde la experiencia podemos afirmar que las familias que cuidan eficientemente de sus patrimonios por lo general….:

  • elijen muy prolijamente en qué jurisdicciones conservan o hacen rendir sus activos, con especial foco en su residencia fiscal presente y eventuales residencias fiscales del pasado o del futuro, también diversifican riesgos de residencia con sus integrantes (algunos de sus miembros viven en países más eficientes y saben cómo aprovechar eficientemente esa circunstancia)
  • intentan adelantarse a posibles nuevos impuestos a crearse, teniendo en cuenta tendencias regionales o globales y evitan que sus patrimonios queden atrapados en países con vaivenes políticos, jurídicos, tributarios y económicos que puedan disminuirlos o eliminarlos
  • planifican de manera inter-generacional e involucran y educan a las generaciones más jóvenes para que gradualmente vayan adquiriendo herramientas que les permitan acompañar en un futuro el cuidado del acervo familiar
  • trabajan con profesionales con visión global internacional, que acompañan a los profesionales locales de cada jurisdicción involucrada.
  • adoptan estructuras versátiles, escalables y fáciles de migrar o re-calcular según las necesidades que se vayan presentando, y no caen en la tentación de comprar estructuras en “paquete” ya armadas, sino que se ocupan de entender y establecer estructuras apropiadas y eficientes para su caso concreto
  • cuentan con protocolos familiares que les permitan organizarse óptimamente cuando existen empresas familiares involucradas, tienen previstos mecanismos de decisión o resolución de conflictos cuando más de una rama familiar tiene injerencia sobre el mismo patrimonio y cuentan con un mediador natural o preestablecido
  • saben que generar riqueza es tan importante como conservarla o incrementarla y resguardan sus patrimonios de pretensiones inadecuadas por parte de fiscos voraces, acreedores agresivos y filtraciones de información, creando estructuras que acompañan en los buenos momentos y resisten en los malos

Ninguna familia y ningún patrimonio es inmune a cambios políticos, sociales, económicos, legales, tributarios. Como decía Heraclito, “No hay nada permanente, excepto el cambio”. El desafío está en que los patrimonios se conserven o incrementen aún durante esos tiempos turbulentos, y los hábitos efectivos que acompañen una estrategia concreta juegan un rol clave para eso. En definitiva, quizás el último hábito a destacar es que las familias altamente efectivas siempre son proactivas en el cuidado de su patrimonio y están atentas a revisar todos estos hábitos de manera constante.